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Filosofía

Mi historia

Quiero compartir esta experiencia que es parte de mi historia para que ojalá te sientas identificado al leerlo con algún detalle, momento o circunstancia en relación a tu vida. Este es un viaje o una búsqueda que aún hoy continúa: En mi etapa de universidad cuando estudiaba medicina rodeando los veintitrés años, inicié con una alergia en la cara. Comenzó como un brote en un lado de la mejilla, con leve rasquiña. Era evidente, pero leve. Hasta ahí todo estaba bien, “bajo control”, o al menos eso creía… Inicié con una alergia en la cara. Una alergia que surgió luego de varios años de gastritis crónica que siguió con amigdalitis a repetición y que termino en una dermatitis: comenzó como un brote en un lado de la mejilla, con leve rasquiña. Era evidente, pero leve. Hasta ahí todo estaba bien, “bajo control”, pero algunas semanas después fue que se me empezó a caer la piel, como si estuviera quemada; me salía “líquido” de las áreas afectadas que en ese momento ya era en toda la cara, me rascaba, pero al mismo tiempo me dolía. No salía de la casa porque no quería que nadie me viera en esa circunstancia y si salía, me tocaba salir con algodones y un vaso para ir secándome la piel que escurría. Lo más difícil era el trabajo conmigo misma, verme al espejo y odiarme, los días que no me odiaba, me tenía lástima y mucha rabia contenida. Eso fue por meses. ​ Después de múltiples médicos, cremas, medicamentos, tratamientos para la alergia y exámenes de enfermedades autoinmunes, entre muchas cosas, decidí que tenía que hacer algo diferente: tomar otro camino y hacer un trabajo conmigo misma, pues en definitiva los corticoides estaban matando mis riñones y estaban causando sobreinfecciones en mi piel ya expuesta, además de que me habían hecho inflamar y sentirme aún peor. En otras palabras, mi cuerpo estaba en caos, esta “enfermedad” fue un momento crucial que marcó en mi vida en un antes y un después, porqué llegué a un punto en el cual ya no podía evadir como lo hice por tantos años, ya no podía distraerme con una rumba más, con maquillaje y orgullo, con máscaras. Esto, por el contrario, me llevaba a una crisis profunda y sin escapatoria que me rogaba mirarme por primera vez de manera seria y consciente. Fue un momento de reconocimiento en donde emprendí un viaje hacia mi misma. Al adentrarame más, lloraba sin entender y mi mama lloraba conmigo. Me caía una y otra vez, me sentía frágil e impotente, pero sentía convicción de haber iniciado el viaje más importante de mi vida, un viaje de reparación emocional y espiritual. ​ Así, que gracias a esto que no entendía, esta alergia, este sufrimiento, fue que surgió un propósito y una transformación: cambio de dieta, de cremas, de planes, de exposición y de vida. Decidí expresarme, escribir y admitir que no tenía ni un poco de control. Decidí escuchar mi cuerpo que venía gritándome hace tantos años, decidí aceptarme para poder valorarme así estuviera horrible y con miedos. Decidí que mi tarea y mi aprendizaje detrás de esto era un trabajo de reconocimiento: amarme imperfecta. La piel fue una forma de introspección obligada, fue momento de re-direccionarlo todo. Pude ver y aún hoy veo, cómo el cuerpo sabe sanar. ​ Despacio me empezó a crecer nueva piel. No cuando quise y cuando lo pedí llorando con rabia o frustración. Si no cuando me rendí. Sanaba mi piel sin manchas, sin cicatrices evidentes, al menos a nivel físico. Luego de algún tiempo, se convirtió esta experiencia en gratitud sincera y profunda, en la mayor ayuda, pues surgió parte de la persona que soy hoy y que siempre había tenido en mi interior. Hoy aún mi alergia aparece. Sutil, un llamado si no diario, sí mensual, donde mi cuerpo me pide que le preste atención. Hacer una pausa, respirar, comer bien, tener un espacio para mí de quietud y de encuentro espiritual. ​ Esta y muchas otras experiencias personales de salud-enfermedad me llevaron hoy a escoger este camino de conciencia y de apertura para poder llegar a la raíz de la causa y trabajarlo desde la unidad que es todo el Ser.

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Estudios y cursos

  • The University of Arizona- Centro de Medicina Integrativa Fellowship en Medicina Integrativa (Arizona, EEUU; 2019-2021)

  • Mindfulness Based Stress Reduction- University of Massachusets Medical School (EEUU; 2020)

  • Universidad de los Andes- Curso teórico práctico: Yoga para la salud y el bienestar, y sus aplicaciones terapéuticas (Bogotá, Colombia; 2018)

  • Institute of Integrative Nutrition. Certificación Coach en Nutrición Integrativa (New York, EEUU; 2016).

  • Universidad de los Andes. Facultad de Medicina, título otorgado: Médico (Bogotá, Colombia; 2014)

La maternidad cómo tótem

Ahora, luego de un tiempo de ejercer como médica y de ser madre, me doy cuenta que no habría en mi la posibilidad de servir y ser sensible en la consulta si no fuera por la fortuna que he tenido de experimentar la maternidad. Ser madre me ha invitado a transformarme desde la raíz, pues me implica incomodarme cada día, aprender y estar en presencia, para luego ejercerlo en la consulta; es una constante enseñanza de paciencia, de escucha activa, de curiosidad, de juego, de reconocer las emociones, de flexibilidad en la alimentación y así mismo una invitación a repensar y resiginificar todo. Tengo una pareja con quien me casé en el 2014 y con quien tengo unas hermosas mellizas: Maria María y Matilde. Ellas fueron y siguen siendo fuente de inspiración y energía que inicialmente me incentivó para crear mi primer proyecto independiente llamado platos de arcoíris: nutrición creativa y consciente para bebés y niños y que luego se trasformó para ser ese primer paso que me motivó a seguir por este camino. Luego de vivir en Bogotá casi toda mi vida, me vine a Cali y acá luego de varios años tuve a Candelaria mi tercera hija, un regalo inmenso que me costó miles de lágrimas y que fue mi gran motor para escribir un libro que hace parte de quien yo soy y que habla precisamente de la humanización de la medicina que comienza y se origina con el nacimiento. Así que hoy agradezco a mi familia, porque me ha traído la posibilidad de integrarlo todo, (y que me demoré mucho tiempo en reconocer), que ahora me permite ser médica desde otro lugar, desde una escuela que empodera y que genera un amor que me conmueve y me instruye cada día. Por eso, un inmenso gracias.

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